Oriundo de San Carlos, Germaín De la Fuente mostró desde pequeño sus cualidades como intérprete, participando en coros y festivales escolares. Como cantante en el local de su padre, Óscar de la Fuente, aprende a tocar el acordeón y la guitarra, pero sobre todo, desarrolla el oficio de ser un músico profesional.
A fines de la década de los ’60, junto a Los Ángeles Negros, termina de definir un nuevo estilo inexplorado hasta entonces y su voz se transforma definitivamente en una característica inconfundible del cancionero latinoamericano.